martes, octubre 18, 2016

La sobrepoblación: el problema del siglo XXI

Últimamente, he analizado que las situaciones que me producen estrés son consecuencia de la sobrepoblación. Para una persona común y corriente, habitante de la Ciudad de México, lidiar con el tráfico, la gente malhumorada, mal trato en servicios, estar siempre a prisa, vivir con reloj en mano, bombardeado por espectaculares en las calles, ruido a todas horas, es de lo más común. Que si no circulas por que hay contingencia, que si no llegaste al trabajo por que hubo una marcha, que si eres el primero en mentar madres por que no dormiste bien por que pasó la ambulancia a las 3 de la mañana junto a tu casa, que si vas al super y no puedes entrar al pasillo del pan con tu carrito por que ya hay veinte adentro y ni quien se inmute para dejarte pasar. Es más, horriblemente, la gente ya no nos vemos a los ojos. Es todo tan automatizado, que te da igual con quien estas tratando. Cada quién está pensando en sus pendientes y viendo por su bien. No hay tiempo ni para eso. Corre, corre! Por eso las empresas de servicios no dejan de hacer incapié: mira a tu cliente a los ojos, regálale una sonrisa, háblale por su nombre. Qué chistoso que algo tan sencillo como tratar a un ser humano como tal, sea una regla impuesta en el mundo actual para hacer dinero, y que además, pocos son los que lo hacen.

Al final de cuentas, toda ésta falta de atención, toda esta prisa, todos los tropiezos con los que te puedes encontrar en tu día a día, se los atribuyo a la sobrepoblación. Cuando veo películas o leo libros de época, me produce una sensación de bienestar el ver o el imaginarme como antes, las comunidades pequeñas vivían en armonía. Todos se conocían, todos se procuraban. Que si la señora viuda y más vieja del pueblo estaba enferma, las damas de otras casas le llevaban canastas de comida, o que si todos iban al baile de inicios de verano. Había un sólo doctor en el pueblo y un proveedor de frutas y verduras sin pesticidas. Todos conocian al alcalde y se sabía que era honrado y el jefe de policía sabía perfecto si el acusado era capaz o no de cometer un crimen por que lo conocía desde chiquito. Que agradable suena eso, no? Ahora, no conozco al delegado de la Miguel Hidalgo mas que por las fotos que contenían su campaña publicitaria, frente a mi casa hay una estación de policía que siempre está cerrada y las verduras más decentes, las encuentro en el superama "disque orgánicas" donde me cobra una cajera que se limita a preguntarme si voy a hacer una recarga electrónica o disposición de efectivo.

La globalización nos dió la oportunidad de conocer cosas de países lejanos, comerlo, usarlo, todo a un precio maravilloso. Benditos sean los tratados de libre comercio no? Te llegan tus moras con semanas de congelación, "frescas" a tu super más cercano. CNN nos platica todo lo que pasa en el Medio Oriente para que nos demos cuenta de lo mal que estamos, que asco de humanidad, en quién nos hemos convertido? EXTRA! EXTRA! Es algo que ha pasado desde la época de nuestro querido Constantino y más atrás, sólo que antes la lucha era cuerpo a cuerpo y ahora vivímos con el miedo de que un grupo extremista haga uso de la bomba atómica o tire un avión en el que voy dando servicio (que chido panorama, jajaja!).

Una consecuencia de la globalización es que ahora nos bombardean la información, las redes sociales no paran, y no solo eso, tergiversan la información al grado de que todos vivimos con miedos injustificados por decidir leer titulares mal intencionados o compartidos mil veces por una bola de gente que, de todos, ni uno se toma la molestia de corroborar antes de difundir y así se sigue la cadena. Incluso nos llevamos entre las patas a gente que ni conocemos, haciendo virales sus humillantes historias por que nos causan gracia, sin saber que a ellos les puede provocar vergüenza y quién sabe que tipo de transtornos psicológicos. Vivimos influenciados por medios masivos que agarran parejo contra todos, sin tomar en cuenta diferencias culturales, tradiciones, constumbres, religión y estereotipan a un país, una comunidad, una ideología para vender. Todo aquí es dinero.


En mis ensoñaciones utópicas, llego a anhelar un paro a nivel mundial, en donde erradiquemos la globalización, le paremos un poco a la producción del ser humano (un poco, digo, yo también quiero perpetuar la raza y pasar el apellido), y regresemos a las comunidades pequeñas. Que exijamos vivir en armonía, que nos demos la oportunidad de ver en qué puedo ayudar al de enfrente antes de a mí mismo. Claro, sabiendo que el resto del mundo sigue ahí fuera, pero que cada comunidad tenga lo suyo. Que cada quien preserve su idiosincracia, que sepas que si un día viajas a, no sé, Guatemala! te va a recibir una marimba en el lobby de tu hotel, y no la última canción de Nikki Minaj, mientras comes un delicioso pepián y no una hamburguesa de McDonalds (kill me now). Me imagino viviendo en una comunidad donde conozco a todos mis vecinos y cada uno participa para hacer algo bueno por la comunidad, en vez de culpar al gobierno por que no hace nada, mientras uno esta viendo por sí mismo, verdad? Que padre sería estar involucrados de tal modo que todos los engranes del sistema funcionen sin trabas, viendo por mi bienestar pero también por el de mi vecino.
Por que, que le importa a los electricistas o a los maestros darle en la torre al 90% de la población en la ciudad con sus marchas, si ni nos conocen? Yo creo que si nos conocieran, dirían: "chin, que gacho, por mi culpa mi comadre Gabi no llego a su vuelo". Y seguramente, si yo conociera personalmente a un maestro y su causa, y a mi Presidente Peña, los juntaba y les diría: "a ver compas, arreglemos éste problema con unos tequilitas. Dooooooña Maryyyyyy!! (es la que atiende la cantina), tres caballitos con su respectivo limóoooon!"

Pero al fin, ésta falta de contacto, de amor por el prójimo, de empatía, de falta de conocimiento o de actuación para resolver las miles problemáticas que nos afectan, es por que somos muchos, y al fin de cuentas, parece que no somos tan machos...